jueves, 17 de diciembre de 2009

Las apariencias engañan. O no? Para qué juzgar? ^^

Una de las características del ser humano es juzgar por las apariencias, es decir, opinar sobre una persona y/o cosa por cómo luce, como verán a continuación.
Érase una vez, en un bosque lleno de árboles, donde habitaba un grupo de personas cuya fascinación se inclinaba por la naturaleza. Eran en total, 18 personas las que integraban esa "manada".
Ésta era una manada unida, amable, donde priorizaban el bienestar de cada uno de los integrantes. En ella, como en toda manada, había un líder que tenía un hijo con la más hermosa muchacha de todo el bosque.
Una tarde como cualquier otra, donde las nubes no aparecían, el sol resplandeciente como nunca, salieron a jugar el hijo del líder, Tucumá, y su primo, Tenaken. Entre uno de los árboles, había escondido un mono, un hermoso mono, que los miraba muy atentamente y con deseo de compartir esa actividad con ellos. Los chicos accedieron, ya que nunca viene mal uno más para poder divertirse. Pasaron toda la tarde jugando juntos, y al momento en que la noche llegó, los chicos invitaron al mono, que lo apodaban como "Chí", a pasar el resto del día con su manada, por lo que "Chí" accedió.
El animal fue mal visto, a causa de su aspecto no muy agradable, por los hombres y mujeres que componían la manada y fue así como lo echaron de ella.
A la mañana siguiente, Tenaken y Tucumá salieron a jugar, buscando a "Chí" por todas partes y al encontrarlo, no encontraron al mismo mono felíz que habían visto horas atrás, sino a uno totalmente triste, con lágrimas en los ojos. Lo invitaron a jugar con ellos, a lo que "Chí" se negó, pero tanto insistieron Tucumá y su primo, que fue así como "Chí" accedió a jugar. Dicha actividad fue llevado a cabo durante todo el día, nublado y fresco, pero que poco a poco, de una mañana en la que las nubes dominaban el cielo, pasó a ser una hermosa tarde, donde el sol brilló hasta muy tarde.
Tucumá, Tenaken y "Chí" se dirigieron al centro de atención de la manada, el gran y cálido fogón donde cada noche bailaban y agradecían a su Dios, de poder estar vivos, y celebrar la vida como se debe. Tucumá, con mucha firmeza, habló a favor de su nuevo amigo, "Chí", diciendo que si éste no era aceptado en la manada, él la abandonaría, lo cual enorgulló a "Chí", ya que era muy noble de su parte. El padre y líder de la manada, accedió con algo de duda, ya que no creía que el mono fuera el amigo indicado ni un digno miembro de la manada, pero no lo conocía, solo juzgaba por su apariencia, que no era buena, pero no sabía que dentro de ese montón de pelo, había un corazón que no era egoísta, que quería el bien de todos y ser felíz.
Habían pasado días del ingreso del apodado "Chí", cuando en una tarde de diversión, como lo venían siendo desde que Tucumá conoció a "Chí", éste último se escabuyó por los árboles, haciendo señas de volver en unos instantes, y al regresar, vio a los dos pequeños niños, derramados por el suelo con sangre en sus cabezas y en sus pechos, por lo cual el mono alertó a la manada. Al advertir con el líder y llegar a la zona del echo, donde estaban los dos cuerpos de los niños, el líder, al verlos, empezó a correr a "Chí", desconfiando de él solo por su apariencia física, y no mental. Al no poder alcanzarlo, decidió, entre toda la manada, encontrar a "Chí" hasta ponerle punto final a su vida.
Pasaron horas, días, semanas, meses, hasta que "Chí" apareció, en la zona del crimen para los dos chicos. Al llegar, no comprendía que ellos no tenían vida, sino que les mostraba la pelota como para querer jugar, o las lianas para que ellos se lanzen con él. Era todo un mundo nuevo para él, que los niños no quieran jugar. El pobre "Chí", logró entender que Tenaken y Tucumá pasaron a ser inertes luego de varias horas, y cuando halló una piedra clavada en la cabeza de cada uno, la cual poseía el dedo pulgar de un humano, que se distinguía porque, por lo visto, el dedo poseía barro en su totalidad, el cual manchó la piedra, que contenía algunas manchas de sangre.
"Chí" corrió desesperadamente hacia donde se encontraba la manada, mostrándoles los cuerpos y la prueba de que él no era el asesino, sino que un humano había actuado de tal maligna manera.
Fue así, como el líder de la manada, con mucho dolor y pocas fuerzas, pidió perdón hacia el mono, disculpándose con él por juzgar sin conocerlo.
Desde ese momento, "Chí" es uno más de la manada, y aún hoy buscan al asesino de Tucumá y Tenaken.

Moraleja 1: El humano usa más su ojo que su sentido común, por eso es que juzga a partir de las apariencias, sacando conclusiones ilusas por el aspecto físico de un individuo y/o objeto, sin conocerlo previamente.
Moraleja 2: Estaría bueno que, cada uno de nosotros, nos fijemos como actuamos a la hora de tener que opinar a una persona/Animal/objeto o lo que fuese, sin conocerla, y hacerlo solo por cómo luce.
Moraleja 3: No siempre las apariencias engañan, es más, en la mayoría no lo hacen, sino que nosotros queremos que engañen, como un buen ser humano prejuicioso.
Esta historia refleja lo ignorante y prejuicioso que puede ser el hombre, dejando los valores de lado, y atacando sin tener una idea humana de como es el otro. La belleza NUNCA fue externa, lo que importa es la interna, es la manera de pensar del otro, es la forma de ver la vida que tiene, y no dejarse llevar por algún desacuerdo en cuanto a lo externo, a lo estético.
En una parte de este relato muestro como el mono vive la vida como deberían hacerlo los humanos, y como también lo hace la manada. Está muy relacionado con la nota anterior.

Esta historia, que puede tener algún parentesco con historias de Disney, pero no contiene las mismas enseñanzas ni deja las mismas moralejas.

Los saluda, con mucha alegría por el gusto que tuvieron con notas anteriores.

Geem #

No hay comentarios:

Publicar un comentario